(en ambiente electoral)
Homilía
Hermanos: la fiesta de Pentecostés constituye el gozo de recibir el gran regalo de Jesucristo glorificado: su Espíritu. No queremos decir que Dios nos envía "a secas" su Espíritu Santo, sino que, como respuesta al regalo de Dios, nosotros le hacemos una fervorosa acogida, porque al Espíritu lo necesitamos para nuestra vida diaria, para nuestro trabajo, para nuestro descanso, y para nuestros momentos difíciles, o de agobio, o de depresión...
Somos conscientes, hermanos, de que cuando descuidamos nuestras relaciones con Dios caemos presa de nuestras debilidades. Es que no podemos manifestarnos como hijos/as de Dios si no es a impulsos de su Espíritu. Sin él, el mundo nos atenaza entre sus garras y nos sume en sus dobleces y perversiones hasta llegar incluso a eliminarnos unos a otros.
Sin embargo, alineándonos a impulsos del Espíritu nos convertimos en constructores del reino.
Ser constructores del reino no significa estar todo el día metidos en el templo. Dios Hijo rasgó el cielo, y salió para vivir entre nosotros, y emprendió un camino que dejó en nuestras manos. Seguirlo significa ser constructores del reino; y es imposible serlo si no es a impulsos de ese Espíritu que el Resucitado nos regala.
En estos momentos, según la trayectoria iniciada por Jesús, tiene una concreción muy específica entre nosotros: cumplir con la obligación que tenemos como ciudadanos de participar en la construcción de nuestro pueblo, mediante la participación política.
Es, pues, nuestra conciencia cristiana la que nos impulsa a participar en la tarea política. Esa conciencia nos hará tomar en serio al que no piensa como uno mimo, y nos exigirá respetarlo por encima de todo, manifestándole nuestra opinión, que se canalizará a través del voto. Sabremos respetar el voto ajeno y aceptar el deseo de la mayoría.
A lo largo de la Pascua lo hemos visto y celebrado, y hoy mismo lo hemos escuchado en el evangelio: Dios quiere a sus hijos en una Sociedad en paz, y nos ha mostrado en su Hijo el camino para lograrlo: el Perdón.
Nos damos cuenta de las dificultades que tenemos en el respeto mutuo, la acogida, el perdón y el amor. Sabemos que nos cuesta, y mucho. Por eso es que Dios nos quiere regalar a su Espíritu vivificador, el Fuego que estimula y anima. Sepamos acogerlo; no lo desperdiciemos pensando que nos bastan las solas fuerzas propias.
Pidámosle con fervor a Dios, Padre / Madre que nos ama, que nos alineemos a impulsos del Espíritu para caminar por la senda abierta por Jesús en pro de una Sociedad reconciliada que sepa respetar, perdonar, y amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario